sábado, 18 de enero de 2014

CRÓNICA DISPOSICIÓN, CONCENTRACIÓN Y A DANZAR...



Las ocho de la mañana, es la hora dispuesta para iniciar un nuevo ciclo de talleres, Danza Contemporánea, era una de las mejores opciones. La maestra por casualidad de la vida llegó tarde, sus primeras palabras fueron disculpas y una excusa por la ausencia de su compañera, a la cual conoceríamos al siguiente día.
El auditorio es amplio, cómodo, tiene buena iluminación y sonido, aunque carece de aseo, después explicaré porque digo esto. Improvisar resulta una buena estrategia.  Guadalupe no tuvo otra opción que ganar tiempo. Y un video es una buena salida en cualquier ocasión. La Puerta, es una obra muy interesante para iniciarnos en este mundo, donde el cuerpo habla sin necesidad de palabras. Uno a uno los bailarines de la obra se apoderan del escenario, la música marca el compás de cada sujeto, los cuerpos rodaban unos sobre otros, los movimientos varían, en un momento son frágiles y en otro se tornan intensos, desesperados…
Fuertes aplausos se escuchan al culminar el video, ahora una ronda de preguntas y respuestas. Más de veinte rostros se tornan en gestos de decepción, los cuchicheos no cesan, la mayoría están arrepentidos. “Esto no es lo que yo esperaba” menciona Mauricio Chamorro. Su frase es acogida por más de uno.
El día siguiente empezó de maravilla. Martes 5 de Noviembre. La música es relajante, al fondo del auditorio se encuentra Emilia Benítez, no aparenta más de treinta y seis años, tiene cabello rizado y claro, de un metro cincuenta diría y dueña de una sonrisa amable y sincera. “Aduéñense del espacio chicos”, fue la primera frase que le escuche. Ella tiene la figura de una bailarina, ¡si eso es!, una bailarina de la Compañía Nacional de Danza.
La música se va apoderando de todo. Emilia ha pedido que dejemos hablar a nuestros cuerpos. ¿Hablar dije yo?, sí, hablar, por que el cuerpo puede transmitir una serie de emociones y sentimientos con solo moverse. “Ahora no piensen en nada más que ustedes, están solos, tienen un gran espacio, están en el aquí y ahora, no importa que los movimientos parezcan ridículos”, las risas no se hacen esperar, como es casual, en la esquina derecha del salón se escuchan incesantes comentarios, risas, y un incansable ring, ring. Tres chicas provocan distracción, una de ellas ha especificado que no puede realizar los ejercicios por que tiene una operación reciente en la columna vertebral. Las otras dos no parecen interesadas en el tema. Prefieren revisar incesantemente una tablet de color blanca, marca LG.
El siguiente día trae nuevas experiencias, como no decirlo, el yoga no solo provoca relajación, provoca traumas. Karina lo sabe, ella intenta cruzar sus piernas para adoptar la posición de loto, una de las posturas básicas de este arte milenario. Pocos lo logran pero eso no es todo, tocar la punta de tus pies, agachar tu frente hasta el piso, mantener el equilibrio sobre un pie mientras tu cuerpo saluda al sol, no es sencillo. Y lo sabemos todos.
Una frase no está compuesta solamente de palabras, Emilia va a demostrar sus conocimientos, seremos su arcilla, y ahora nuestros cuerpos gritarán, llorarán, descansarán, sin que un sonido salga de nuestras bocas.
La música de fondo es hindú. Cada movimiento es repetido por lo menos cinco veces en cada sesión. Las manos mas sueltas, sentir la respiración y concentrarse, son algunos de los requerimientos para lograr  el objetivo. Danzar y explorar el arte contemporáneo.
Lunes 11 de Noviembre, son las once de la mañana y todos esperamos ansiosos la última presentación. El novio de Katy una compañera de Tercero A, nos hará los honores, grabara nuestra “sincronizada danza”. Escucharemos por última vez el chasquido de los dedos de Emilia, intentando cuadrar nuestros desordenados movimientos, el tiempo, el es culpable de nuestras deficiencias artísticas.
El piso para este día, estaba casi resplandeciente, sí, y no justamente porque los encargados de la limpieza acataran la petición de Guadalupe o de Emilia de limpiar aquel lugar porque íbamos a estár sin zapatos. El espejo en el que casi nos reflejamos después era el producto de cinco días de maromas, de vuelcos, de golpes, de reflexión. Cada joven lustró su espacio, sino con sus medias con toda sus prendas al adoptar la posición de la cobra en el yoga o el corte de nuestro hilo imaginario con el giro hasta el suelo en la danza.
Como lluvia sonaron los aplausos hasta extinguirse por completo.
“Gracias, le escuche decir, un gusto trabajar con ustedes”, me acerqué a ella y le pregunté,
-¿Crees que mi hija pueda estudiar esto en la Casa de la Cultura?-
-¿Cuántos años tiene?-
-Casi seis-
-Me parece que ahí ingresan desde los ocho años, por que para ese tiempo su cuerpo ya puede ir adaptándose a los movimientos, sino la forzarías.
-mmm… ok gracias, entonces esperaré hasta eso…
- De nada, y un gusto haberles conocido. Suerte…
Se marchó en su auto azul eléctrico de cuatro puertas, mientras unos se cambiaban de traje, mientras otros arreglaban las sillas, mientras yo los seguía mirando. 
TATIANA CASA
FACSO 2013-2014
QUINTO A

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