lunes, 20 de enero de 2014

Dos años por la eternidad

Dos años son los que marcan la vida de los jóvenes mormones que a sus 19 años inician un viaje, que tiene como objetivo el fortalecimiento espiritual y la ayuda social.

Por Katherine Sánchez.

Luego de dos años lejos de su familia, Andrés Espinoza ya no es el mismo niño que viajó a Guatemala, ahora ve el mundo de forma distinta, empezó a pensar en su futuro, sus estudios, su vida profesional, incluso sus lazos familiares se fortalecieron. Él, es uno de los aproximadamente miles de jóvenes que salen diariamente a predicar la palabra.
Un misionero es un o una joven de 19 años en adelante, que deja a su familia y amigos durante dos años para servir al Señor en diferentes partes del mundo y compartir con las familias de su lugar asignado, la fortaleza de su testimonio. Su preparación inicia desde niño, Andrés, misionero retornado, dice que cuando él esperaba su carta misional o llamamiento, tenía pensado diferentes países en los que le hubiera gusta servir. Sin embargo, los misioneros no son quienes deciden el lugar, la decisión la toman en Salt Lake – EEUU, en donde se encuentran las oficinas principales de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días.
Andrés, quiso salir a la misión desde que era un niño, durante toda su vida, sus padres le inculcaron el testimonio de la iglesia, lo que le hizo a sus 19 años, empezar con el proceso misional. El 6 de marzo de 2012, a las 2H30 partió a Guatemala, la segunda ciudad más peligrosa del mundo. Su familia y amigos fueron al aeropuerto a despedirlo, con lágrimas en los ojos y llenos de orgullo pudieron decirle hasta pronto. A partir de ese día, su vida cambió drásticamente, inició su vida misional en el CCM (Centro de capacitación misional) y continúo en su lugar asignado, por un año ayudó a las familias de Cobán, ubicado a 212 km de la ciudad. Durante su tiempo misional, tuvo diferentes experiencias que ayudaron a fortalecer su carácter.  Una de sus reglas es pasar las 24 horas del día, los siete días de la semana junto a su compañero, debían tomar juntos decisiones y compartir responsabilidades. “El hecho de que tú puedas ser parte para que ellos puedan sentirse felices, yo creo que es una experiencia muy importante en tu vida porque te ayuda a cambiar y ver las cosas de diferente manera” dice Andrés, al mencionar su experiencia en Cobán durante su tiempo de servicio.
Estos son los requerimientos para un futuro misionero:
Lista de Ropa Misional: Elderes
Lista de Ropa Misional: Hermanas
§  10 – 12 Camisas de vestir blancos (algunos de manga corta y algunos de manga larga)
§  2 Trajes de color oscuro, conservadores
§  5 – 6 Pantalones de vestir
§  5 – 6 Corbatas conservadores
§  8 – 10 Calcetines de colores oscuros sólidos
§  2 Pares de zapatos de suela gruesa, cómodo, conservador.
§  8 – 10 Pares de garments del templo
§  Impermeable, botas de invierno, si sea necesario
§  Abrigo oscuro con forro, según sea necesario
§  Pijamas, bata y pantuflas, según sea necesario
§  Engranaje de clima fría (guantes, bufanda, orejeras, gorro de invierno, las térmicas) si necesario
§  Impermeable oscuro, plástico ligero o nylon
§  Suéteres, color oscuro sólido, según sea necesario
§  Paraguas
§  Par de sandalias o zapatos de baño
§  Equipo de afeitado
§  Desodorante y otros artículos de tocador
§  Ropa de trabajo y ropa de gimnasia (pantalones, camiseta, pantalones cortos, zapatos deportivos, etc)
§  Botiquín pequeño de primeros auxilios
§  Alarma (de cuerda o batería)
§  2 Toallas, toallitas
§  Ropa de cama con una funda de almohada
§  Mochila

§  4 – 5 Trajes de diseño modesto: blusas, faldas, vestidos, chaquetas, chalecos, camisetas, trajes. De media pierna. Nada de lo apretado al cuerpo, o holgado, ni envolventes faldas, camisetas, polo, camiseta, vaqueros ni de cuero.
§  12 Pares de medias de nylon o de la rodilla
§  2 – 3 Pares de zapatos que son conservadoras y cómodas
§  1 Par de zapatos del vestido
§  1 Par de botas de invierno, si sea necesario
§  8 – 10 Pares de garments del templo
§  Artículos de higiene personal
§  Ropa interior, modesta y duradera.
§  Abrigo de invierno oscuro
§  Pijamas, bata y pantuflas, según sea necesario
§  Engranaje de clima fría (guantes, bufanda, orejeras, gorro de invierno, las térmicas) si necesario
§  Impermeable oscuro, plástico ligero o nylon
§  Suéteres, según sea necesario
§  Paraguas
§  Par de sandalias o zapatos de baño
§  Ropa de trabajo y ropa de gimnasia (pantalones, camiseta, pantalones cortos, zapatos deportivos, etc)
§  Botiquín pequeño de primeros auxilios
§  Alarma (de cuerda o batería)
§  2 Toallas, toallitas
§  Ropa de cama con una funda de almohada
§  Mochila


Gabriela Vinueza, miembro de la Iglesia SUD, piensa que ir a la misión no solo ayuda a los y las jóvenes a fortalecer su testimonio, sino también a fortalecerse personalmente, debido a que al vivir solos, deben hacerse responsables de sí mismos. Ya no están sus padres para que los orienten. Ahora ellos aplicaran lo aprendido en sus hogares, y adquirirán nuevos conocimientos. Aprenderán también sobre las distintas culturas del mundo, porque no solo compartirán con su compañero de misión, sino que convivirán con la gente de su lugar asignado, y demás misioneros (cada uno de un país distinto). Su madre Ana Montalvo, es quien ayuda a los futuros misioneros con el envío de sus papeles. Ha visto a tantos niños irse para regresar siendo todos unos hombres, que sabe que la misión es un gran tiempo de conversión. Aunque para muchas personas, el irse a servir en la misión es una pérdida de tiempo. Esto lo dice Coralía Pérez, quien cree que durante estos años, los jóvenes deberían aprovechar para estudiar. Los misioneros viajan después de terminar sus estudios en el colegio, y es por esto que ella piensa que al irse lejos de sus hogares, están desperdiciando el tiempo que podrían utilizar para forjar su futuro profesional.
Una camisa blanca, un pantalón de terno negro, una corbata, la placa de identificación en donde se lee Elder Espinoza, una agenda diaria, y su mochila, son los recuerdos físicos que quedan para Andrés de su vida en Guatemala.  Leyendo los mensajes escritos en un cuaderno, de amigos que obtuvo allí, recordó que ser misionero le cambió la vida. Vio la vida de una forma diferente, la violencia y en algunas familias la pobreza. Aprendió a valorar lo que antes no le parecía importante.
-          ¿Crees que la misión hizo que tu testimonio se fortaleciera?
-          Definitivamente es algo que si te cambia, algo que me fortaleció un montón, yo creo que muchas de las veces sobre todo en Guatemala, la segunda ciudad más peligrosa del mundo, hay un montón de pandillas, de gente que quiere hacerte daño. Yo pude ver la mano de Dios en todas las cosas, esa protección que él me ofrecía.
Prestar un servicio sincero, ayudar a las personas con problemas, sacar adelante no a una iglesia, sino más bien a lo que en realidad importa: la entrega de un ser humano por lograr un cambio en el mundo, es la principal inspiración de un Elder. Su esfuerzo y dedicación se ve reflejado en las familias que fueron parte de su servicio.


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