jueves, 16 de enero de 2014

“Soy prostituta por mis hijos”

“Soy prostituta por mis hijos”
POR: DAYANA SALCEDO
Desde que lo alejaron de sus hijos, no hizo otra cosa que pensar en ellos. “Fui a visitar a mi cónyuge, me asome por la ventana, en un orificio alcance a ver dos colchones en el piso, dos adultos y dos pequeños. Un hombre abrazaba a mi mujer, semidesnudos y mis dos hijos en la misma habitación. La sangre me  explotó en las venas, no pensé en nada ni nadie, entre y me lance a golpes contra ese tipo” de esta manera lo describe, Santiago, marido de María Asunción de nacionalidad española.
En lugar de apresurarse a hablar, se sienta tranquila, pone sobre la mesa el teléfono celular, una bolsa con comida y sobre la bolsa deja caer su mano derecha todavía mira con ojos de niña, tal vez porque nunca disfrutó de la infancia y lo que nunca se vive, nunca termina de abandonarse empieza a  hablar, lo hace con calidez y soltura y nos expresa María “realizo ventas en la calle sea como sea debo salir adelante por mis hijos”
Ella es una inmigrante de 29 años, que reside en Ecuador hace cuatro años, se encuentra ilegal y le es difícil conseguir un mejor trabajo por eso recurrió a las ventas, nos comenta que vino al Ecuador porque la situación de España era muy difícil y no hallaba un trabajo. En España conoció a su conyugue y vino a vivir con él, tiene dos hijos, un niño de cuatro años y una niña de tres años de edad.
Nos cuenta que es muy difícil sacar los papeles aquí en el Ecuador, “tendría que regresarme a España para poder actualizar mis  documentos” piensa hacerlo algún día pero por el momento nos cuenta que su trabajo solo le alcanza para el diario vivir.
Santiago, su consorte, cayó en las drogas, se dedicó al consumo y venta de estupefacientes una actividad ilegal que radica en el cultivo, fabricación, distribución, venta, control de mercados, consumo y reciclaje de utilidades inherentes a la droga de procedencia ilegal. Nos cuenta que  tenía negocios con la familia de la ‘mama lucha’. María Asunción lo abandono por este motivo y  arrendó un cuarto aparte. Tiempo en el que su marido declara que ella se prostituía según él para dar   servicios sexuales a cambio de dinero para “poder mantener a sus hijos”
“Le pregunte como tiene tanto dinero, en que trabaja para que gane tan bien. Esa puta no me decía nada pero todas las noches salía y regresaba siempre a la madrugada. Un día le encontré en su bolso jabones chiquitos, preservativos y un buen fajo de dinero”, esa fue la razón por la que discutieron, le confesó que se prostituía para traer dinero y alimentar a sus dos hijos. Así lo manifiesta Santiago.
Cusubamba y Valsas, esquina, al sur de Quito, en la iglesia de Santa Rita de Casi se encuentra María Asunción pero a ella le gusta que le digan Susy.  Vende pristiños con miel, tortillas con queso entre otras cosas.
María nos menciona que tuvo que trabajar  vendiendo artefactos de limpieza; es un trabajo que le había ofrecido el Padre de la iglesia, “no se vendía mucho” nos rememora,  “yo  solo ganaba el 25 % de todo lo que vendía pero no me alcanzaba”. Poco después el Padre le ofreció otro trabajo de secretaria, pero que este solo era temporal ya que la persona que allí trabajaba pidió vacaciones por su estado de gestación, María lo acepto con gusto, sus compañeras dicen que aprendió muy rápido aunque después tuvo que abandonar el trabajo.
Verónica Tupiza, secretaria del despacho de la iglesia, tiene 22 años de edad, conoce a Susy desde hace dos años y nos expresa que  “al principio era alejada y como toda persona nueva en un trabajo es recelosa pero después se acopló a nosotras y aprendió rápido las cosas que le enseñábamos”.
Verónica nos cuenta como anécdota que María daba clases de cocina española en la iglesia y que mucha gente acudía, cocina muy rico nos dice mientras sonríe, ahora cuando hace sus pistiños tiene mucha clientela ya que su sazón es muy exquisita.
Angélica Narváez, tiene 50 años de edad, vende productos de limpieza en la misma esquina de la iglesia, relata que “Susy es una gran mujer, trabajadora, que quiere salir adelante, como ella. Se defiende en la vida sola para sacar a su familia adelante”.
Roció, la suegra de Susy, la conoce ya hace una década, tiene 52 años, revela que desde que fueron enamorados la española ya le traicionaba. “Susana tiene dos hijos en España de hombres diferentes, joyita de nuera que tengo” declara ella.
“En España nunca tuve que vender pero me siento querida por la gente que compra la comida que hago, más que mi propia familia. Igual no importa lo que piensen de mi porque todo lo que hago es para alimentar a mis hijos” manifiesta Susy. Lleva dos semanas con su cocina industrial, quiere salir adelante con su micro negocio propio y desea volver a España pronto porque lo que más extraña de allá son a sus dos pequeños.


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